domingo, 29 de enero de 2012

Confrontación de interpretaciones historiográficas y presencia indígena en Chile contemporáneo.

Presencia indígena en el chile contemporáneo:

La presencia de los pueblos indígenas en la sociedad y en la política de los países latinoamericanos ha cobrado un notorio aumento y un especial significado desde finales del siglo XX y comienzos del XXI. Ya sea porque estos pueblos han logrado perpetuarse como tales y adaptarse al mismo tiempo, y a veces con éxito, a la política de los estados nacionales en que habitan (Bolivia, Ecuador, México, Guatemala) o bien porque continúan siendo víctimas de la opresión y marginación que les impone el actual sistema económico y político de los estados nacionales, ellos constituyen un actor social y político en el amplio sentido del término, cuya acción debemos considerar si queremos entender mejor nuestra historia y configuración presente. 


Esta situación general recorre con mayor o menor intensidad todo nuestro continente y ella es probablemente tanto el resultado de las relaciones históricas de desigualdad entre los pueblos indígenas y los estados nacionales como de la propia evolución interna de las sociedades indígenas y nacionales tras el período colonial. Asimismo, según informa la actual historiografía andina y mexicana, la acción indígena contemporánea no sería sino una expresión de una historia de acción colectiva que se remonta prácticamente a los primeros contactos con los europeos.





 En todos estos casos, presentes y pasados, los indígenas establecen demandas y reivindican  derechos tradicionales que representan valores desconocidos y contradictorios a los que promueven las élites políticas y económicas nacionales y que son interpretados como conducentes a actos ilegales, delictivos y criminales.
Sin ser histórico en propiedad, el análisis se sitúa dentro del período que va de 1992 a 2007 y se localiza fundamentalmente en el contexto de la región de La Araucanía, en el sur de Chile, en el territorio conocido hasta fines del siglo XIX como “la Frontera”. Esta cronología y la localización se justifican por dos razones principales. Por una parte, como se desprende de los análisis de diversos especialistas en la materia (Bartolomé, 1995; Albo, 2002; Bengoa, 1999), 1992 fue un año clave en el resurgimiento de un nuevo ciclo de protestas indígenas en América Latina. Igualmente 2007 es un año relevante debido a que en él la ONU aprobó, después de años de discusión y espera, la
Declaración Universal de Derechos de los Pueblos Indígenas, instrumento con el cual se espera contribuir al establecimiento de relaciones sociales, políticas y económicas equilibradas entre los estados nacionales y los pueblos indígenas. Por otra parte, el período está lo suficientemente documentado y asimismo existe cada vez más facilidad de acceso a fuentes vivas y en mayor cantidad. Asimismo, nos enfocamos en La Araucanía porque es en esta región donde, en el caso chileno, se han concentrado los procesos de reivindicación étnica y porque en ella donde la presencia mapuche es cada vez más notoria. Dentro de este período se pueden distinguir tres momentos por los que atraviesa la insurgencia mapuche: 1) el inicio de un proceso de revitalización y rearticulación étnico-cultural (1990 en adelante), 2) un momento de radicalización de la acción reivindicativa (desde 1997 a 2003 aprox.) y 3) el momento presente, que se caracteriza por la persecución y criminalización obsesiva de los activistas, dirigentes, autoridades tradicionales y organizaciones mapuche insurgentes por parte de los aparatos estatales de control y represión.

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