domingo, 29 de enero de 2012

La guerra de Arauco.

La zona del conflicto se desarrolla entre el Rio Mataquito y el seno de Reloncavì, pero mas específicamente entre Concepción y la zona costera de la actual Región del Bio-Bio y de la Araucanía.


                                            

 Características del Conflicto:


Cuando los conquistadores españoles , dirigidos por Pedro de Valdivia, llegaron a la región del Bio-Bio tenían un vago concepto sobre la belicosidad de los indígenas y esperaban un sometimiento pronto y fácil. Sin embargo no fue así; los conquistadores enfrentaron una dura oposición de Pehuenches, Mapuches,Huiliches, Pichunches y Cuncos, quienes no siempre actuaban de manera cohesionada y que, sin embargo, colocaron en los más duros aprietos los procesos de conquista y colonización de sus territorios. Según varios cronistas españoles y la posterior tradición popular chilena, los mapuches ("gente de la tierra" en idioma mapudungun), mantuvieron un espíritu de lucha permanente, lograron aprender rápido cómo enfrentar a los españoles, aprovecharon su geografía llena de bosques y montañas para organizar guerrillas, además de ser demográficamente superiores a los pueblos picunches y diaguitas, sometidos a los españoles y aliados de estos. La Guerra de Arauco fue un quebradero de cabeza para los reyes Carlos V, Felipe II, Felipe III, Felipe IV y el Virreinato del Perú, por su irresuelta situación constante en el tiempo, su alto costo pecuniario y de vidas.


 



Duración del Conflicto:


Suele indicarse como fecha de inicio de este conflicto la batalla de Reinohuelén, librada en 1536 entre parte de la expedición de Diego de Almagro y un cuerpo numeroso y bien organizado de soldados, en la confluencia de los ríos río Ñuble e Itata; pero históricamente se asume que con Pedro de Valdivia en 1546 con la batalla de Quilacura, se inició el período de campañas militares que caracterizaron este conflicto.
Su término es, sin embargo, más difuso. Si bien a partir de 1609 cada gobernador de Chile celebraba "Parlamentos" con los caciques indígenas, en los cuales se discutía la mantención de la tregua entre ambas partes, los enfrentamientos fueron numerosos. Es más, aunque con la independencia de Chile, se concluirían los conflictos de la Guerra de Arauco que sostenían los hispano-criollos con los mapuches, estos seguirían -posteriormente- como nuevos conflictos chileno-mapuches, los que no terminaron completamente hasta 1883, con el proceso conocido oficialmente como Pacificación de la Araucanía u Ocupación de la Araucanía.



La guerra ofensiva:

La guerra de Arauco es uno de los hechos de más larga duración dentro de la historia nacional, trescientos años, que marcan profundamente el carácter de Chile y los chilenos. Se inicia el 22 de febrero de 1550 cuando guerreros mapuches atacan a las huestes castellanas; mandadas por don Pedro de Valdivia, en las orillas del río Andalién. Esta larga lucha de los araucanos por resistir a la ocupación de sus tierras, primero frente a los españoles y luego ante soldados de la República, sólo termina en la década de 1880.


En esta guerra encontró muerte don Pedro de Valdivia en Tucapel, y el gobernador de fines del siglo XVI Martín García Oñez de Loyola en un sitio llamado Curalava, donde fue atacado por las fuerzas del toqui Pelantaru.


A la muerte de Oñez de Loyola siguió un levantamiento en toda la Araucanía. Todas las ciudades del sur se perdieron: Santa Cruz para siempre, Chillán fue incendiado, La Imperial y Angol fueron abandonados, Osorno resistió, y los habitantes de Valdivia fueron masacrados por los hombres de Pelantaru.


A raíz del Desastre de Curalaba, el gobierno español encargó la gobernación de Chile a don Alonsó de Ribera, militar de reconocida experiencia para que terminara definitivamente con el problema mapuche.


Lo primero que realizó fue establecer una línea fronteriza, recorrida por fuertes y guarniciones militares en el río Biobio y que lentamente fue corriéndose hacia el sur. Estableció un ejército permanente de soldados disciplinados que estuvieran absolutamente dedicados a sus tareas y creó un destacamento especial denominado los tercios de Arauco; para alimentar a los soldados destinó un amplio sector al sur del río Maule que se llamó Estancia del Rey donde se producía trigo y alimentos; en Melipilla y otros lugares, estableció obrajes o fábricas de paños para vestir a los soldados y finalmente consiguió el envío, desde el Perú, del Real Situado, una cantidad de dinero destinada a cancelar los sueldos de los soldados.Sin embargo, el rey no consideró estas medidas de Ribera y lo sustituyó por otro gobernador.


La Corona española quiso terminar definitivamente con el problema y para lo cual decretó una Real Cédula en el año 1608 la que declaraba esclavos a todos los indios mayores de diez años y medio y a las mujeres mayores de nueve años y medio. La medida tuvo un efecto contrario: la guerra alcanzó grados de crueldad increíbles por ambos bandos.








El padre Valdivia y la guerra defensiva:

El año 1605 llegó a Chile el jesuita Luís de Valdivia quien horrorizado por las alternativas que tomaba la guerra se opuso a la esclavitud de los mapuches señalando que la causa de su sublevación era el trato que recibían de los españoles, ya que los hacían trabajar duramente, los mutilaban y los marcaban con hierros al rojo. Creía que era ilícito hacer la guerra a los mapuches, ya que ellos eran dueños de la tierra donde vivían y eran libres.


Sólo justificaba una guerra defensiva para proteger la región que ya ocupaban los europeos y para asegurar el tránsito de los misioneros hacia la Araucanía. Convencido de sus ideas, visitó al virrey en Lima y al rey en España.


Finalmente en 1612 obtuvo el triunfo. Logró nuevamente se nombrase gobernador a Alonso de Ribera y él mismo fue nombrado visitador general de las provincias de Chile.


La guerra defensiva contempló los siguientes aspectos:


Se mantuvo la línea defensiva en el Biobío.


Se mantuvo el ejército permanente.


Se mantuvo el Real Situado.


Se estudió un sistema de tributos para los araucanos que reemplazaría el trabajo en encomiendas.


Se suspendió la Real Cédula que declaraba esclavos a los indios.


Se perdonó en nombre del rey a todos los rebeldes.


Se prohibió a los militares pasar al sur del Biobío.


El padre Valdivia debía órganizar la predicación entre los araucanos.


A pesar de los esfuerzos del padre Valdivia y del gobernador Ribera, la guerra defensiva no prosperó. Mapuches y españoles continuaron luchando. Sin embargo, este tipo de guerra existió legalmente hasta el año 1626, cuando Felipe IV autorizó volver a la guerra ofensiva y declaró vigente la Real Cédula de 1608, que hacía esclavos a los rebeldes. Los levantamientos fueron generalmente encabezados por el toqui Lientur y por el mestizo Alejo. Hubo grandes combates como los de Las Cangrejeras en 1629 y Albarrada, en 1631.





La rebelión mapuche de 1723:

La paz ya duraba más de 30 años, pero un hecho desencadenado por los mismos españoles produjo un nuevo quiebre cuando precisamente uno de estos capitanes de amigos provocó una peligrosísima situación el 9 de marzo de 1723 que duró hasta febrero de 1726.34 El jefe mapuche al mando de la rebelión se llamaba Vilumilla.

Los indios de Querecheguas asesinaron a Pascual Delgado, capitán muy odiado debido a su carácter soberbio en una borrachera, esto produjo que por el temor al castigo los indios se sublevaran en masa, una serie de desatinos y desconfianzas mal manejadas por los españoles contribuyeron a que el clima de la región se pusiera muy tenso. Mataron al capitán en su casa en Purén.34 En Purén, un capitán llamado Mateo de Gallegos aprisionó a un grupo de caciques que habían venido a ofrecer el paradero de los indios criminales, Gallegos por desconfianza no les creyó y los encerró. Esto trajo como consecuencia que los indios comarcanos de Maquegua sitiaran el fuerte de Purén.

El gobernador de turno, Gabriel Cano de Aponte, se hizo presente en Yumbel con 500 soldados. Las acciones realizadas por el comandante de la plaza de Concepción, Manuel de Salamanca hicieron desistir a los indios de mantener el sitio y huyeron. Hubo algunas escaramuzas y escarmientos en donde el cacique rebelde llamado Vilumilla hostigó la zona del Laja y Purén hasta que sus fuerzas fueron dispersadas por el hábil y severo capitán Manuel de Salamanca. Según testimonios de los jesuítas 40.000 cabezas de ganado fueron robadas por los nativos de las haciendas entre el Laja y Chillán.34
Cano de Aponte juzgó necesario retirar la línea defensiva de fuertes y procedió a despoblar los fuertes de Arauco, Colcura, Tucapel, Purén y Nacimiento retirándose a la ribera norte del Bío-Bío, el ejército español contaba en ese entonces con unos 4.000 hombres.34 Estas acciones no fueron bien vistas por la corona liderada por el rey Felipe V, quien vio en estas acciones la renuncia a conquistar Arauco y procedió a enviar soldados y apertrechamientos a Chile en 1724.


El primer parlamento de Quilín:

El nuevo gobernador, Francisco López de Zúñiga asumió el 22 de mayo de 1639 la gobernación de Chile estando la situación de la guerra en un estado óptimo para los españoles ya que las derrotas sufridas a manos de Lazo de la Vega habían quebrantado la capacidad ofensiva de los mapuches, sumándose a las continuas pestes que afectaron a la población nativa, así que se anhelaba una situación de paz.
López de Zúñiga había sido un notable soldado al servicio de la corona y el rey lo había agasajado con un gobernación en Perú, pero los acontecimientos en Chile le hicieron nombrarlo gobernador, cosa que no gustó a López de Zúñiga. A pesar de esto se abocó a la tarea de reclutar unos 300 soldados y se embarcó con ellos hacía Chile.
En realidad más que un soldado, el gobernador era una persona muy ambiciosa e inteligente, su único anhelo era enriquecerse a como fuera lugar y al asumir la gobernación se dio cuenta que si en el período que gobernaba no tenía la paz con los mapuches, sus planes de fortuna se esfumarían.

Resolvió entonces, que primero debía ganarse la voluntad de la Iglesia reviviendo los planes del iluminado sacerdote Luis de Valdivia, pero además debía demostrar fuerza ante los mapuches. Seguidamente, salió con un ejército de 1.700 soldados hacia Purén en enero de 1640 y logró contactarse con el cacique Lincopichón, hermano del ya mencionado y huidizo cacique Butapichón a quien le dio un gran recibimiento y promesas de paz, todo a la vista de las impresionantes fuerzas españolas, para que no quedara duda que las intenciones de paz no estaban sustentadas en cobardía o debilidad.
Lincopichón cayó en el juego de López de Zúñiga y dispersó la noticia de las buenas nuevas a las demás tribus. López de Zúñiga además se dedicó a informar al rey de que la situación en Chile era desesperada y que los mapuches estaban a punto de caer con 6.000 huestes sobre sus fuerzas, esto a fin de que se le asignaran aún más pertrechos y soldados, y de paso arruinando el prestigio ganado justamente por Lazo de la Vega.
Se sumó a favor de López de Zúñiga el hecho de que el Volcán Villarrica hiciera erupción, lo 
que los mapuches interpretaron como que los dioses estaban enojados con ellos.

El 6 de enero de 1641, López de Zúñiga se reunió en las márgenes del río Quillín con varios caciques: Lincopichón, Butapichón, Tinaquepo y otros toquis y los vecinos de Concepción. En este parlamento se acordó por primera vez el reconocimiento de los mapuches como una entidad soberana de sus tierras, cuya frontera se les restituía hasta el Bío Bío y además se les eximía de la esclavitud y servidumbre, se comprometían a dejarse evangelizar, y a la entrega de cautivos españoles y el establecimiento de comercio; los españoles se comprometían a respetar a los indios en sus tierras, despoblar Angol, excepto el Fuerte de Arauco y el libre tránsito comercial. Si el Padre Valdivia hubiera estado presente en ese momento no habría 
cesado de bendecir a López de Zúñiga, pues ese acto era la consumación de sus deseos.

En Santiago y el resto de Chile, el pacto de Quillín cayó como un balde de agua fría para los veteranos españoles quienes se sintieron ofendidos en sus logros anteriores, se echaba por tierra, sangre española derramada inútilmente, años de servicio y un retroceso en la conquista del territorio mapuche. Para los indios era una dorada ocasión para recuperarse de los quebrantos sufridos y poder tener tiempo de armarse.
López de Zúñiga aprovechó estos momentos de paz para lucrar en su gobierno, aun a costa del situado real, la corrupción pronto se generalizó a costas de las arcas del rey.
En 1643, dio una batida en las comarcas indígenas cordilleranas y capturó a Lincopichón y al renombrado Butapichón y los mantuvo como rehenes de garantía de paz.
Ya para 1644, López de Zúñiga comenzó a implorar al rey su relevo, pues se veían brotes de insurrección entre los mapuches, sumado a la presencia de piratas holandeses en Valdivia.
En 1646, llegó el relevo de López de Zúñiga, éste era Martín de Mujica y Buitrón. López de Zúñiga dejó el país con una cuantiosa fortuna, producto de los negocios que estableció en Santiago y fue a radicarse al Perú.
Dejaba al país con los mapuches ya alzados en rebelión, una situación económica casi en el desfalco y un ejército indisciplinado y relajado.

Como corolario paradójico, López de Zúniga una vez en el Perú multiplicó aún más su fortuna y se enriqueció durante 8 años en ese país antes de fletar 4 navíos que partieron a España en 1656 con toda su familia y su tesoro. Casi al llegar a Cádiz fueron interceptados por una flotilla inglesa, donde murió junto con la mitad de su familia. Los ingleses se apropiaron de toda la fortuna y más tarde devolvieron a España a 5 niños sobrevivientes de la familia del malogrado ex-gobernador.

El segundo parlamento de Quilín:

Martín de Mujica y Buitrón era un soldado de la misma estirpe que Lopéz de Zúñiga, pero a diferencia de su antecesor, honrado, riguroso y honesto en sus acciones.
Lo primero que hizo al asumir en 1646 fue reformar al alicaído ejército que estaba en un estado de indisciplina nunca visto. Promulgó sanciones y reformas duras para lograr un grado de disciplina, además de ejecutar a algunos soldados para hacerse respetar. La dirección de la guerra fue encomendada al maestre Campo Francisco de Rebolledo, mientras Mujica se abocaba al gobierno.

Los mapuches estaban insurrectos pero las acciones no se habían iniciado a causa de una peste de viruelas que mató a mucha población guerrera, así que por algún momento se podía hablar de paz nuevamente con los mapuches.
Asistido por los jesuitas, adalides del plan del Padre Valdivia, Mujica decretó un cese de hostilidades por 50 días. En ese periodo, se acercaron muchos caciques a pedir la paz y volvieron a su tierra con muchos presentes. Además ordenó la libertad de Butapichón y Lincopichón con las correspondientes promesas de paz.

Mujica se hizo asesorar por un veedor que tenía gran influencia entre los indios, Francisco de la Fuente y Villalobos. Este consiguió deponer el sitio que cercaba a Valdivia para continuar la reconstrucción de la ciudad, también se logró la reconstrucción del fuerte de Tucapel.
El 24 de febrero de 1647 celebró la segunda pactación de Quillín con los términos favorables a los mapuches más ampliados que en la primera pactación. No bien firmados los acuerdos, Mujica tuvo que ejecutar a algunos caciques que conspiraban su propia muerte apenas se retirara. Además una hueste de indios asaltó una columna que iba a Valdivia donde mataron a la compañía y robaron todo el ganado que llevaban.

Estas acciones endurecieron la postura de Mujica quien ordenó que todo indio mayor de 15 años que tomará las armas fuese muerto en el acto o fuese hecho esclavo. Por un lado se acariciaba al indio que se evangelizaba y por otro lado se mataba o se esclavizaba al rebelde. Además se repitieron las pasadas de españoles al bando enemigo.
A pesar de sus esfuerzos la situación no mejoró mucho, logró que se pudieran evangelizar un mayor número de indios, pero las deserciones aumentaron por el lado español. En el bando contrario, los indios aparentando someterse a lo pactado figieron la paz, pero subterráneamente se estaba gestando una nueva gran insurrección. Mujica murió súbitamente en abril de 1649. 




Situación actual:

Durante los siglos XIX y XX, los mapuches sufrieron un cierto grado de discriminación y estigmatización por parte del criollo durante su proceso de integración a la sociedad chilena, que solo los confinaba a participar en ciertas áreas laborales, se les despojaba de sus tierras o debían abandonar su prácticas comunitarias en función de los intereses fijados por el Estado de Chile.
Hasta hoy los mapuche sostienen estar sujetos a la asimilación e integración a través de las políticas implementadas por el Estado chileno. Conservan hasta hoy el orgullo por su pasado ancestral y su cultura es parte integral del patrimonio cultural chileno enseñándose en las escuelas como parte de su legado cultural su idioma, el mapudungun. Es así, como los mapuches han sido reconocidos como pueblos originarios, pero a pesar de esto aun están dentro de las comunidades más pobres de Chile.


   




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