domingo, 29 de enero de 2012

Proceso de formación de la sociedad colonial


El chile colonial:

Al frente de la jerarquía social de la Colonia se situaban los descendientes de los conquistadores que en los repartos habían recibido encomiendas. El sistema de encomiendas, empero, fue agotándose y en el siglo XVII alcanzaron preeminencia los propietarios de haciendas y de los limitados obrajes abiertos en Chile y los funcionarios llegados de España o bien del Perú.
La propiedad y dedicación a oficios mecánicos, como los obrajes, no fueron motivo de desdoro en la sociedad criolla.
Con frecuencia los conquistadores, desde luego sus capitanes, pertenecían a familias hidalgas e incluso eran segundones de casas nobiliarias que buscaban en América la oportunidad de dar origen a una nueva familia principal instituyendo un mayorazgo, esto es, creando un vínculo con los bienes adquiridos que serían transmitidos íntegramente al primogénito.

Las condiciones americanas hicieron que la institución del mayorazgo fuera perdiendo una fuerza que en Chile siempre fue escasa, incluso en tiempos de los conquistadores. Eso significa que los distintos descendientes tuvieron acceso al patrimonio familiar.Las familias principales enlazaron entre sí, creando linajes endogámicos que permitieron distinguir una serie de apellidos al tiempo que se favorecía la formación de uniones patrimoniales. Las familias dominantes, unidas por relaciones de parentesco, crearon en Santiago, La Serera y Concepción una red de apoyo y protección mutua destinada a mantener dicha jerarquía, subrayada por el control de los cabildos.
La presencia de un ejército profesional permanente hizo de los oficiales, hidalgos muchas veces curtidos en las campañas de Flandes e Italia, elementos distinguidos de la sociedad y candidatos a ser casados con las hijas de la naciente oligarquía criolla.



En cuanto a los indígenas:

El fuerte descenso de la población indígena obedeció a causas diversas que no pueden resumirse de modo simplista atribuyéndolas sólo a la guerra con los conquistadores, aunque sin duda ésta tuvo mucho que ver en el descenso de población en la región araucana.
La difusión de nuevas enfermedades fue la causa principal de la catástrofe demográfica. La epidemia de viruela, sarampión y gripe que desde 1586 se extendió desde Cuzco y Potosí alcanzó también las tierras de Chile, ocasionando gran mortandad entre la población indígena, cuyo organismo carecía de defensas naturales ante enfermedades desconocidas.

                                                
Deben añadirse también otras circunstancias si se quiere comprender la amplitud del fenómeno. El trabajo obligatorio en las encomiendas y la reconstrucción de la mita supuso endurecer las condiciones de vida. Pero no fue menor el efecto de producir excedentes para los caciques, para el tributo o para obtener los ingresos que permitirían pagar las tasas que se les impusieron en diferentes momentos. Los desplazamientos de población para trabajar en tierras distantes ocasionaban un constante número de víctimas, pero quizá era más notable aún la consecuencia que implicaba en cuanto a la desestructuración de las familias y los poblados. En las regiones sometidas al dominio español se puso fin a la poligamia y los religiosos la persiguieron, reduciendo las amplias descendencias de antaño.
Desde la llegada de los españoles en 1540 hasta fin de siglo, la población autóctona al norte del río Maule (amplia región en la que se había asentado la colonización) había descendido en cuatro quintas partes. En 1695, se informaba a la Corona de las dificultades halladas para disponer de mano de obra indígena «por haberse consumido» la mayoría. Al norte del Biobío, la provincia bajo control español apenas registraba unos veinte mil indígenas de los más de doscientos mil que se ha calculado que habitaban la región en 1535.

Economía:

De acuerdo a los principios mercantilistas existentes durante la Colonia, la riqueza de cada nación tenía directa relación con la acumulación de metales preciosos que poseía cada una, por lo que la Corona española creó en Sevilla en 1503 la Casa de Contratación, encargada de regir el comercio con las Indias. Pero más tarde sumó a sus responsabilidades autorizar la salida de pasajeros de América, zanjar disputas mercantiles, encargarse del correo, preparar cartas de navegación y a los pilotos que irían en la travesía.

En cuanto a la organización económica en Chile, en este período existieron dos clases de contribuciones. Unas referentes a ciertos servicios de la población, que pertenecían a los Cabildos, y otras -más generales- que gravaban la producción y los negocios del país, pertenecientes al rey. Por otro lado, la Corona percibía 
contribuciones extraordinarias de parte de los colonos, denominadas derrama, lo que era considerado injusto por los gobernadores de la época.
Pero esto no era todo. La Corona, para dar cumplimiento a su política económica, dispuso que las colonias solo comercializaran con ella a través de flotas escoltadas por naves de guerra, para evitar que los extranjeros obstaculizaran este proceso y por los posibles ataques de piratas y corsarios. Pero especialmente, lo que más quería evitarse era que el oro y la plata se fugaran de sus manos.

Oro y plata:



Cuando la etapa de la Conquista terminó, los españoles habían arrebatado el oro y la plata acumulado por los indígenas. En la época colonial comenzaron a explotar lavaderos y minas, generando una importante riqueza a costa del trabajo de los indígenas chilenos. Las minas se convirtieron en un gran pilar de la economía durante este período, influyendo fuertemente en la vida social de la población, por lo que la Corona se encargó de proteger todo tipo de explotaciones mineras, el oro y la plata, no solo por lo que significaba para la comunidad, sino porque el quinto real, tributo del 20 por ciento que se pagaba por estos elementos, era esencial para la ciudad.

 Mestizaje:

El mestizaje supuso un proceso amplio, duradero y profundo, hasta el extremo de configurar un pueblo nuevo que estaría en la base demográfica del futuro Chile. Ahora bien, el mestizaje conoció etapas y significados distintos. En un primer momento hace referencia a una cuestión biológica, los nacidos de español e indígena, pero muy pronto, a finales del siglo XVI, se refiere con preferencia a un concepto cultural. Hasta el punto de que el mestizo será considerado criollo si pasaba a vivir con el padre e indígena si se integraba en la familia de la madre. Los mestizos criollos se contabilizaban en los recuentos como españoles, sobre todo a partir de la tercera generación. La clasificación de los cruces raciales americanos hizo que los hijos habidos de blanco y mestiza se denominaran «castizos», pero los habidos de blanco y castiza simplemente se llamaban «españoles».

Las condiciones climáticas ambientales y los sucesivos enlaces con europeos favorecieron el «emblanquecimiento» de la población y el retroceso de los rasgos indígenas entre ellos.

Los mestizos nunca llegaron a constituir una comunidad con identidad y comportamientos propios. Inicialmente estuvieron excluidos de cualquier prestación militar y del acceso al estudio, pero la integración y los sucesivos enlaces los «españolizaron». La ausencia de herederos legítimos permitió que los mestizos habidos fuera del matrimonio sucedieran al padre español en la posesión de sus bienes.
Los mestizos que se mantenían en la casa paterna muchas veces reemplazaban a sus madres en las funciones que desempeñaban en el hogar, en la estancia o en la chacra. Las hijas mestizas de las casas principales eran educadas al modo español y con frecuencia dadas en matrimonio a españoles de inferior rango que el paterno, a menudo empleados de éste. Las mujeres mestizas formaron la base de posteriores matrimonios de españoles y en buena medida dieron la pauta de la futura población chilena. Sin embargo, fue muy frecuente en los siglos XVI y XVII la «barraganería», unión libre entre hombres y mujeres sin vínculo sacramental, lo que el clero no cesó de denunciar.
Las siguientes generaciones mestizas fueron integrándose en una sociedad progresivamente hispanizada al margen de la procedencia étnica de sus componentes. Indígenas y negros, por el contrario, quedaban al margen del sistema. Los yanaconas mantuvieron la condición de siervos. Los hijos mestizos no reconocidos tendieron a casar con mestizas e indias, lo cual era tenido en la férrea jerarquía colonial por un descenso en el rango social.
Los mestizos pasaron a convertirse en súbditos directos de la Corona, con las obligaciones que comportaba esa situación y también con la ventaja que la monarquía hallaba en ella. Andando el tiempo, en el siglo XVIII, el término mestizo sirvió para designar a los sectores populares adaptados a la hispanización de la provincia.
Los matrimonios mixtos estaban autorizados desde 1501 y no dejaron de producirse en una región tan alejada de los centros del Imperio y con tan escasa presencia de mujeres de procedencia española. Sin embargo, la mayor parte de los mestizos eran fruto del concubinato o de la práctica de abusos. La presencia de una tropa estacionada en la frontera, la endémica situación de fuerza y el lento progreso de la Colonia favorecieron estos comportamientos.



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